La estancia la Raquel

Ostende


ACuando muere Carlos José Guerrero, los campos pasaron a Manuel Justo, uno de sus hijos que se casó con Raquel Cárdenas; a ella se debe el nombre de la estancia, ya que en esa época, se homenajeaba a las mujeres poniéndoles sus nombre a los campos.

Allí se instaló el primer asentamiento industrial de la cuenca del Río Salado, y, en 1910, sus tambos obtuvieron varios premios por la fabricación de quesos. Cabe aclarar que Felicitas Guerrero nunca vio este castillo, ya que ella murió y su padre Carlos Guerrero, al heredar estas tierra decide construir el castillo en el año 1894, terminándose de construir la cúpula en el año 1905.

La estancia ¨ La Raquel ¨ se encuentra en el kilómetro 168 sobre la ruta 2. Actualmente la estancia dispone de 17 habitaciones equipadas con los servicios de un hotel cinco estrellas, comidas gourmet en varios restaurantes, piscina en verano, un spa con sauna e hidromasajes, sala de juegos, biblioteca y un estupendo museo que funciona como centro de interpretación. Por cierto, está la posibilidad de montar a caballo o andar en bicicleta, practicar deportes -fútbol, tenis y voleibol en las canchas habilitadas, o recorrer los circuitos guiados por el parque, el monte nativo y la costa del Salado, donde los que quieran pescar encontrarán truchas, lisas y pejerreyes; otros podrán ver liebres, ñandúes, nutrias, cigüeñas y garzas.

El altillo, donde estaba la sala de armas, ahora es un sector de habitaciones revestidas en madera y textiles de colores cálidos. El antiguo galpón de esquila de las ovejas es hoy un centro de convenciones. La carnicería fue transformada en una galería de juegos y el sitio donde los peones mateaban ahora es La Matera, un restaurante criollo. La torre que se usaba para almacenar el agua potable es ahora un spa con jacuzzis, área de masajes, sauna y ducha escocesa.

Con buen criterio, los dueños de Bella Vista fotografiaron el "antes y después" de cada sitio, imágenes que permiten un recorrido en clave histórica mientras el viajero toma un buen café en la sala de estar, junto al hogar a leña. Ahí, mientras las brasas arden y la tarde muere con un sol rojo en el horizonte, vuelve el encanto de este escenario.